El Principio de transversalidad (mainstreaming) consiste en que cuando se desarrolle cualquier política esta se tenga en cuenta el impacto que puede tener sobre hombres y mujeres. Que siempre la perspectiva del género constituya un eje de análisis de todas las normativas que se desarrollen. Por ejemplo, en caso de transportes públicos que en principio es neutral en términos de igualdad entre hombre y mujeres, pero como el transporte es usado más por un género que por otro la política podría afectar más a un género que a otro. Un cambio en las políticas de transporte afectaría más a la mujer. Por tanto una política concreta de transporte público si la contemplemos que puede afectar más a un género que ha otro, puede ser a lo mejor conveniente que se adopte tomando en cuenta la perspectiva del género.
En definitiva, el mainstreaming cosiste en fomentar políticas que contengan medidas correctoras que fomenten la igualdad efectiva entre hombre y mujeres. Esta técnica de trabajo que une sus raíces en la cumbre de Pekín se expresa al máximo nivel legislativo que es el Tratado de la Unión Europea.
La conferencia de Pekín siempre se establece como punto de partida, a pesar de que ha habido otras conferencias, porque se llega a pactos entre los Estados para conseguir un objetivo que es la igualdad real entre hombres y mujeres de todo el mundo.